viernes, 18 de marzo de 2011
Preguntas, demasiadas preguntas.
No hay alegría. No hay estremecimiento. No hay nada. Silencio.Miedo. Oscuridad. Y te echas a llorar con rabia. Lloras porque a veces no hay culpa y no quisieras hacer sufrir a nadie, pero te sientes malvada, desagradecida. Preguntas, demasiadas preguntas para ocultar la única verdad que ya conoces. Pero otra cosa es admitirla. Admitirla significa doblar en la próxima esquina y coger otro camino.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
holaa! decirte que me encanta tu blog y esta entrada es brutal :)
ResponderEliminar